Descripción general
El vocablo Tushug, se deriva del Cayapa tushuhua, que significa lluvia sobre la tierra. Así el danzante, denominación
dada por los españoles corresponde al legendario hacedor o sacerdote de la lluvia.
El Tushug prehispánico ejecuta su danza o Raymi durante los días del solsticio de junio en que se rinde el más solemne
homenaje de adoración al Padre Sol, como agradecimiento por los frutos de la tierra cosechados, lo hace desde la cima de
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sus adoratorios que son colinas sagradas, al momento en que éstas reciben a plenitud los rayos solares.
Se ha dicho que el danzante, tushug o sacerdote de la lluvia, es también el ángel bienhechor que rompiendo las cadenas
del hambre, la necesidad y las malas ideas, con las que los dioses malos atan a los hombres, permitirá al hombre gozar de
una vida plena.
Dentro de la sociedad Sanmigueleña gozó de fama la realización de la fiesta solemnizada con la presencia de disfrazados.
Los caciques gobernadores Hati fueron ricos y generosos, les agradó mantener la cultura vernácula y el esplendor del
festejo. Pero a partir de la década de los años cuarenta en el siglo XX, se inicia su decadencia por limitaciones emanadas
de la autoridad religiosa, alegando que la presencia de disfrazados es motivo para el consumo de licor, especialmente de
chicha.
El Corpus Christi es la fiesta cristiana de la institución de la Eucaristía, se celebra el sexagésimo día después del
Domingo de Pascua de Resurrección, esta celebración cristiana tiene fecha similar a la más importante fiesta
precolombina, la del Inti Raymi. Por esta causa y por otras coincidencias, se da de hecho un amalgamamiento de ritos
religiosos cristiano-paganos. Para el aborigen el nombre cambia de Inti Raymi a Corpus Christi, pero en el fondo, su
realización sigue siendo pagana, inclusive la ejecución de su principal rito se lo sigue llevando a efecto en su colina
sagrada de ancestral adoración al sol.
El encargado de organizar y ejecutar el ceremonial de los danzantes en la fiesta del Corpus Christi es el Alcalde Mayor.
Debía escoger ocho candidatos para que se disfracen y ejecuten la danza ceremonial, los candidatos deben ser jóvenes,
pero ya casados, el puesto de danzante es el primero que debe pasar el jefe de una familia aborigen que se considere
responsable para con su comunidad. Cumplido este primer compromiso con éxito, se le encomendarán otras a
responsabilidades que le irán confiriendo prestigio social.
El Alcalde y su comitiva, aprovisionados de licor, visitan la casa del candidato para entre libación y libación (tomín),
proponerle que represente al danzante. El elegido no se niega, pero tampoco da una aceptación definitiva, queda
pendiente una segunda visita en la que, a más del tomín, habrá obsequios. En esta segunda oportunidad se cuenta con la
presencia de familiares y amigos para anunciar la aceptación definitiva. Se aprovecha para comprometer a todos sus
allegados a que ayuden con los gastos y las diligencias pertinentes en la consecución del disfraz y preparación de la
comida en el día de la fiesta.
Desde el mes de marzo se inician los repasos del baile y más ceremonial a ejecutarse, el conjunto de 8 participantes, de
acuerdo cómo les señale la vara del Alcalde y las instrucciones del Ñaupador.
El alquiler del vestuario, especialmente de la «cabeza», era bastante caro. Ésta y el changalli estaban adornados con joyas,
monedas de oro y plata, pedrería y lujosos repujados. El alquilador de prendas tan valiosas exigía como garantía de buen
uso y devolución oportuna, y hasta la entrega de escrituras de terrenos, garantes personales o fuertes cantidades de
dinero.
El día de Corpus Christi en la mañana, el flamante disfrazado ejecuta su primera danza en el patio de su casa. Hasta allá
han concurrido sus padres, numerosos parientes y amigos. Una vez ejecutada la danza se saca la «cabeza», se acerca a sus
padres y de rodillas les besa la mano y pide la bendición. Al tiempo que solicita permiso para salir a ejecutar el
ceremonial de ese día, los padres le bendicen con solemnidad, le ayudan a levantarse, le conceden el permiso y besan la
mano enguantada del disfrazado. Con esta autorización y acompañado de su esposa y algunos parientes sale a cumplir
con el sagrado compromiso.
Debían reunirse los ocho danzantes en una chichería «descanso», que disponga de un amplio patio, para hacer el último
repaso. Desde allí, juntos todos, conducidos por el Alcalde y el Ñaupador, salen a ejecutar su ceremonial de danza frente
al torreón del templo, al ritmo del bombo y el pingullo. Al aproximarse el medio día suben al Calvario para realizar la
adoración a la Cruz. Pero desde el fondo de su espíritu, a cumplir con su ancestral costumbre de rendir adoración al Padre
Sol, por el beneficio recibido de los frutos recibidos de la tierra.
En la cima del Calvario se hacen honores y reverencia a la cruz que, para este efecto, se ha colocado en dicho lugar. A
continuación el consumo de champús y mote. De inmediato las libaciones de chicha que por lo general eran exageradas.
En la época Prehispánica, el tushug realizaba el ceremonial de adoración al sol cuando el astro se encontraba en el cenit.
Durante el ceremonial se le ofrecía:
a.- En un gran jarrón la ofrenda de flores, entre las cuales se destaca la flor del maíz;
b.- La ofrenda de los frutos cosechados;
c.- El sacrificio de aves y pequeños animales;
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d.- La ofrenda de la comida y la bebida.
El peso de la «cabeza» es grande, cada cierto periodo de tiempo, el disfrazado descansa sacándose la «cabeza» (del
disfraz) que entrega al cuidado de su esposa. Ella para cuidar bien dicho «tesoro» no ingiere licor alguno. Cuando el sol
avanza hacia el ocaso, los danzantes se retiran hacia su casa seguidos de todos quienes le acompañaron en la jornada de
ese día. En casa se ofrecerá un convite en el que se consumirán las viandas clásicas compuestas por: runaucho, ají de cuy,
mole y por supuesto champús.
En el patio bien barrido y humedecido para evitar el polvo, se tiende la «mesa» mediante macanas. Mantas blancas a
manera de manteles para una larga mesa imaginaria sobre la que se disponen los alimentos. Los invitados se sientan al
rededor con las piernas cruzadas respetando un estricto orden jerárquico. A la cabecera está el Alcalde Mayor, los padres
del danzante, los que ya han cumplido con todos los cargos, los que han sido priostes de la mayoría de fiestas aborígenes,
los que se han desempeñado como disfrazados. Al final del banquete se colocan los que menores merecimientos tengan.
Terminada la comida se levanta la mesa y se da inicio al baile y libaciones.